El invierno austral es un indicador clave para entender cómo se comportará el virus de la gripe en España y Europa. Los epidemiólogos observan atentamente las tendencias en el hemisferio sur, ya que ofrecen pistas valiosas sobre lo que podemos esperar en la temporada de gripe del hemisferio norte. En este artículo, exploraremos los datos del invierno austral y su posible impacto en la próxima temporada de gripe en España.
Un invierno austral fuera de lo común
El último invierno austral nos ha dejado datos interesantes. Según el Departamento de Salud y Cuidado de Mayores del Gobierno australiano, las notificaciones de gripe confirmadas por laboratorio aumentaron en comparación con la media de los últimos cinco años (excluyendo 2020 y 2021 debido a su excepcionalidad). Este aumento se produjo a principios de junio, mucho antes de lo que se había observado en años anteriores.
Las tasas de notificación de casos de gripe fueron especialmente altas en niños de 0 a 14 años, con un enfoque particular en los niños de 5 a 9 años. A pesar de la propagación, la gravedad de la infección, medida por la proporción de pacientes ingresados en la UCI y las muertes asociadas a la gripe, se mantuvo en niveles bajos.
Además, la composición de la vacuna parecía estar en sintonía con las cepas circulantes. La mayoría de las muestras aisladas se asemejaban en gran medida a las cepas incluidas en la vacuna. En resumen, hubo una alta propagación de la gripe, un pico temprano en la temporada, con una baja gravedad y un buen ajuste entre la vacuna y las cepas circulantes.

¿Qué significa para España?
La pregunta obvia es si estos datos australianos predicen lo que sucederá en España. La respuesta es incierta. La Dra. Ángela Domínguez, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Barcelona y portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología, advierte que el virus de la gripe es altamente impredecible. Mutaciones frecuentes hacen que las cepas de gripe evolucionen, y la composición de la vacuna debe adaptarse cada año.
A pesar de las similitudes observadas en el invierno austral, no se puede afirmar con certeza que las cepas en España serán idénticas. La estacionalidad de la gripe también ha mostrado variabilidad en las últimas temporadas, con picos que se han prolongado durante 6-8 semanas en lugar de ser más breves.
El invierno austral es útil para anticipar las cepas que circularán en el hemisferio norte, pero no proporciona una respuesta definitiva debido a la naturaleza cambiante del virus.
La presencia de la gripe B
Entre los casos confirmados en Australia, el 58% eran del tipo A, con subtipos como H1N1 y H3N2. El 40% de los casos totales eran del tipo B. En España, en el último invierno, el tipo B llegó a representar más del 50%. Hubo dos oleadas de gripe, una inicial dominada por el tipo A(H3N2) y una segunda en la que predominó el tipo B y, en menor medida, el A(H1N1).
Lo que realmente importa en la vigilancia de la gripe es la proporción de los virus, mientras que otros factores como la gravedad de la enfermedad, la duración de las oleadas y las edades afectadas pueden variar. La efectividad de la vacuna también ha sido variable, tradicionalmente en torno al 50%, pero en ocasiones mucho más baja.
El cambio de paradigma en Europa
Este año se ha producido un cambio importante en la forma en que se aborda la temporada de enfermedades respiratorias en Europa. La vacunación contra la gripe se ha ampliado para incluir a grupos que antes no estaban en la lista, como todos los niños de entre 6 y 59 meses de edad y los fumadores. Además, se ha extendido la inmunización contra el VRS y se ha intensificado la vigilancia de la Covid.
Tras los desafíos de la pandemia, los virus respiratorios parecen haber encontrado su lugar, sin una competencia directa. En el último año y medio, se ha observado una secuencia de SARS-CoV-2, VRS, gripe A, gripe B y, finalmente, otra ola de SARS-CoV-2. Esta dinámica parece tener sentido y se ha vuelto relativamente predecible.

La competencia entre virus
La microbióloga María del Mar Tomás sugiere que la competencia entre los diferentes virus ha desempeñado un papel importante en la dinámica actual. Algunas cepas de virus han desaparecido, posiblemente debido a la competencia con otros virus, lo que ha llevado a la clarificación de ciertas variantes.
La vuelta a la normalidad, con menos restricciones y más inmunidad, ha permitido a los virus estabilizarse. Esto ha beneficiado la competencia viral y ha llevado a la gripe a recuperar su dominio.